Él era el guía de la expedición,
buscaban libros de cristal
dotados de una magia que convocaba las leyendas
de una antigüedad secada
por el parasitismo sedentario de la superstición,
su objetivo primordial era la cascada blanca
donde el estruendo de la vida continuaba sonando,
aunque sólo era audible a través de traducciones
hijas de escoplo y de cincel,
ya que también a ella le afectaba la parálisis
de una sequía venenosa.
Con aquellas hojas de cristal
construiría una casa
desde la que enviaba mensajes transparentes.
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