Cielos ciegos
por esta luz tan desacostumbrada,
cuando no son las nubes es la niebla
o la calima que llega alta desde el sur,
aquí se guardan los pinceles sin limpiar,
el cuadro siempre verde,
los colores sangrando,
y cuando llega el sol se pone un caldero debajo
por si diera de sí y aún rebosara
para los días enlutados.
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