Quedan todavía por ahí
en algún hoyo sin memoria
los episodios de intentona
de amor agreste o de cantiga
avergonzada a las caderas
inmensas de una virgen
que respiraba sofocadamente
mientras miraba las estrellas,
ella estaba soportando
mi peso, no mi amor,
por eso sus jaculatorias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario