II
Esta es la tierra
donde sus pies se hundieron,
sus abarcas hechas a mano
con un trozo de neumático del tiempo del sosiego
creaban una ilusión de velocidad entre zancadas,
un zig zag de curvas en el barro
que luego agrietaría al sol, dejando una cerámica primaria
como de botijo estrellado contra el pavimento,
yo busco ahora el testimonio
de esa cerámica que dejan los trabajos de las estaciones,
la tierra negra desgarrada
por el bien te quiere del arado primitivo,
la dispersión de la semilla sin ceremonial,
voleada sobre el hambre de los pájaros
y sacramentada con el azul de piedra lipe
para que las hoces de mirada curva tengan algo
a lo que abrazarse en el verano,
y miro todo esto desde el borde
reforzado del bosque, como un lobo
fugaz y forastero que no acierta
a reconocer en el lugar la huella
desdibujada de sus primeras correrías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario