lunes, 26 de diciembre de 2022

IV En la casa del padre

 

 IV             

                ella sigue allí, muda e insomne 

  

Antes

pensaba en ella, recurría

a placebos y a humos para hacerla

más visible o cercana, era todo

por el temor a verla muerta, de pie junto a la silla,

sola en el ángulo blanco de la cal

siempre esperando un hueco para irse,

como ocupando incómoda este lado

que no llegó a querer o tal vez quiso demasiado,

su mirada bendecida por las cataratas

le permitía verme con piedad, como algo

inocente a la vez que huraño, era 

una lluvia suave que no llegaba ni a mojar, 

tan sólo

me perfumaba con un soplo

morado de lavanda para perderse luego

en la parálisis con la que el domingo

embalsama las horas de la tarde,

nunca me permite oír su voz, 

me da la espalda y de repente desaparece,

dejándome los ojos secos, 

la garganta herida y amoratado el pensamiento,

como un manojo de amapolas

en un jarrón sin agua.

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