domingo, 25 de diciembre de 2022

III En la casa del padre

 

III

Solía regresar con una piel,

él había partido antes del alba

sangrando el cielo apenas por el este,

en el silencio gélido de enero

podía oírse el clic compacto, una y otra vez,

probando, de la escopeta y los sonoros

brillos de las hebillas de las botas,

en el morral llevaba grasa de animal, cartuchos

y una tela fina envolviendo queso y pan,

todo ello olía a muerte legendaria, narraciones

junto a las llamas de la lumbre

después de que la luz se desmayase

con su tristeza de mendigo, era

la hora del candil, el acre perfume del carburo

tan parecido al aguardiente de manzana de monte.


Aún se puede ver en el descansillo de la escalera

el mono azul vistiendo con crueldad vengativa

la derrota de aquella cosa grande

erguida sobre sus dos pies:

el raque, el oso, el lobisantro, el yeti

de nuestros miedos con mirada

de vidrio escudriñando

un incierto futuro.

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