Pensamos eso,
que el cansancio
acaba proponiéndole a los ojos
una teoría de la uniformidad,
así es el agua, el aire, el sol, las horas,
todo muy delgado y sin cesura,
espontáneamente se alza
una plegaria silenciosa hacia lo único
como último recurso, no queda
diferencia a la que agarrarse,
el mundo es una tabla enjabonada
por la que te deslizas sin apenas ruido
y al final te recibe
la cuba azul de un mar domesticado
como a un objeto más para envolver.
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