Alguien con alma oscura
creó esa geometría hipnótica
de los huevos iguales y en el mismo nido
puso la verdad y la mentira,
el pájaro cantor se aúpa en una rama para ver
e incrédulo vigila sus azulados huevos, los compara
y encuentra parecidos casi indistinguibles
con los de otro mundo,
y canta así, como pidiendo al aire
que le ayude a encontrar la diferencia
entre color y olor, entre algo familiar y eso que llega
confundido entre terrones de un amargo azúcar:
venid a mí, cucos de canto mudo, con vuestro camuflaje
de pedernal manchado que os niega el consuelo de la maternidad,
mi canto
es sólo un collar de lágrimas que colgará de vuestro cuello
para recordaros las vísperas amargas
de vuestra orfandad obligatoria.
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