martes, 13 de diciembre de 2022

Psi

 



Subido al espinoso tren de la anestesia

cuento luces, enumero botones, alzo dedos

para que sepan que aún estoy aquí, 

sonrío a la pared que calla, escucho

el corazón parado y pienso

que acaso todo haya acabado en esa 

calma gris del alma que se queda sola,

y entonces hablo con mis padres,

pregunto a mis hermanos muertos y descubro

la claridad, ya todo cae bajo el estrecho

cono de luz de mis temores,

los huesos mondos, las sonrisa

fija del terror, las cuencas negras del vacío

que te miran atentas y el marfil pintado

de enfermo hepático, saludos al doctor, le digo,

pero él guarda silencio, o no me ha oído

o no a sabido qué decir.



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