Ando a tientas
reclamando a la tierra húmeda alguna huella de animal,
deslizo mi pensamiento como un hilo sin cortes,
el secreto está en el reticente ovillo que no se agota nunca,
sin levantar la voz
reclamo una respuesta de animal o pájaro posible,
mi pensamiento brilla como un sedal,
de él cuelga un pálido gusano,
pero nada,
la soledad sigue subiendo por la cuesta, sin huellas, sin sonidos,
por eso
me llaman soledad, apunta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario