viernes, 24 de marzo de 2023

Aunque era su oficio contar cuentos, aunque eran tiempos de plomo y anteiglesia, aunque la prisa no afectaba a sus andares, aunque a veces sus relatos se vieran disfrazados de homilía, nunca renunció al guiño burlón y jamás remató con moraleja

 



Alguien toma la aguja 

-nadie cose ya- para suturar rasgones,

los naturales que produce el tiempo

y los provocados por el desamor,

se rasga el aire entre las ramas del acebo,

se rasga el humo que sale de las chimeneas

de la aldea vacía (o son fantasmas que se funden

                                          con las nubes bajas?),

se rasga la tela, el algodón del sueño,

por los agujeros entran las monedas de la luz

que ruedan por la mesa como limosna para la costurera,

su dedo no protegido por dedal corre peligro,

de ese pinchazo brotará la sangre

como pupila de ratón y el acerico

se teñirá de rojo.

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