lunes, 6 de marzo de 2023

Nadie que se sepa ha llegado a ver al gnomo, aunque sí sus huellas en el barro, pero se dice que el santoral de nombres grabados en la corteza de las hayas son los cofrades que cada 24 de mayo se ven obligados a acudir llevando el manojo votivo de las hierbas

 



A la ladera oeste -tan azul- del alto del Tildar

la gente llega en automóvil embotada de curvas 

y se despereza

antes de iniciar el repecho que sube a Fontelín,

(la chispita de vida que amamanta al río Calas

y que goza de un poder adelgazante para humanos),

allí se expande el aire liberado

del dosel de las hayas y se escucha al urogallo

haciendo clac, clac desde la entraña de un aljibe,

las vacas llegan al pozal de más abajo

y beben sin pasión el cielo negro contaminado por la sombra,

al llegar a la fuente 

siempre sale un pegaso con las alas plegadas de entre las hayas

moviendo la cabeza con un gesto de afirmación dubitativa, 

reclamando el manojo de rustica acedera 

que la tradición ha establecido como pago

por la invasión de sus dominios.



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