Hasta mí llega un aire rumoroso
tocado con la gracia de los perfumes extranjeros,
es una música
que no precisa amarre vegetal para sustentarse,
ni yedra, ni pared, ni letra es necesaria
para que viva erguida como una extraña cobra,
y es audible
desde los limites del miedo hasta el interior tranquilo de la paz,
pero cuídate, viajero,
de pernoctar con ella, sus rumores hacen
que olvides el sonido original de lo que tuvo algo que ver
con los motivos de tu viaje,
y sufrirá tu alma la incurable nostalgia de los hijos
apócrifos del mar, atados al inhóspito espinazo
de un islote azotado por las olas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario