No sigues el camino por costumbre,
lo normal es que él te invite a recorrerlo, pero
el atractivo está en que alguien te lo cierre
con la niebla sagrada de la prohibición,
la primavera te dará motivos y el camino flores,
arracimadas manchas cuyo olor seduce
y hace claudicar, la tentación es eso, ceder
a la atracción de las espinas
a la vez que se pacta un dolor soportable,
pero sus efectos se redimen al respirar un aire
que nadie antes ha podido a respirar,
como si atravesaras el desierto
para echar de menos la vecindad del mar,
aunque tu espalda siga seca.
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