miércoles, 1 de marzo de 2023

Cualquier relato vinculado a un dogal podría servirnos, desde el cordón votivo de Penélope a la soga del péndulo de Foucault, pasando por el cíngulo de Judas para demostrar la esclavitud a que ha sido sometido

 



Hubo perros aquí,

aún pueden verse huellas atenuadas de su furor,

fueron hijos tempranos de la domesticidad

de la que más tarde abjuraron,

por eso estos detritus, este odio fósil

perpetuado en espuma de acusadora arqueología,

inmensas nieblas de figuración mezcladas con experimentos

de dignidad dudosa, mil razas asomadas a la estrecha

rendija evolutiva y una catarata de uniformes

de rococó inmaduro degradaron al canis lupus germinal,

tal vez ellos sucumbieron a la buena fe que vieron en los ojos

de un niño desnutrido al que aceptaron como uno más de la jauría,

más tarde soportaron sus caprichos

y hubieron de esconder el natural de fieras nobles

cuando el miedo sustituyó la jerarquía

por una caprichosa potestad. 

Hoy ruedan sus ladridos por el canchal y tienen

la sonoridad ambigua del aullido 

de los fantasmas de Pink Floyd.

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