Al regresar a casa
cierras la puerta tras de ti,
la luz se queda fuera
entre sorprendida y fatigada,
párate un momento y piensa a oscuras
antes de darle al interruptor,
oyes el toc toc de tu corazón
como nudillos rozando la madera,
acabarás invitándola a pasar
y acortarás las horas de la noche.
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