Regresamos tarde del paseo,
había en el campo tantas cosas
que a cada paso aparecía en el umbral de nuestra percepción
el cartel bicolor de una oficina de objetos no encontrados aún,
la memoria de dios, tan viejo y desvalido, se perdía
entre la vegetación
y el círculo binario con el que quiso garantizarse la autoría
de este magnífico desastre
convertido en estrella por exceso de presión con los dedos
en un arrebato creativo.
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