Qué diría un insecto
ante ese abismo inesperado,
el hoyuelo esculpido en el costado sur de la mejilla,
justo al lado de la comisura de los labios
donde tiembla un rumor que a veces
se convierte en palabra, una amenaza
para su paseo por el páramo
de carne joven adornada
con pelusilla de melocotón.
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