No es proseguir ese camino
empedrado de ruidos y silencios que nos propone la leyenda,
a veces son jadeos o voces que no aspiran a hablar,
se dice
que el corazón de Aquiles soñaba con la sangre de Patroclo
como el náufrago sueña con la tierra firme,
usaban la coraza y el escudo como engañosa definición
mientras la esencia de ambos se escapaba
entre las grietas alambicadas del concepto,
uno era guerrero, el otro soñador
y en los intervalos entre lucha y sueño
prosperaba el engaño como resumen de los dos,
pero en la guerra sucia de los días
es peligroso disfrazarse de lago en calma cuando hierve
en el interior una carne más joven, inexperta aún
y más expuesta a los atractivos de la muerte,
por eso de un final sin brillo se deduce
la solución a un drama inesperado.
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