miércoles, 22 de marzo de 2023

Recostado en la arena veía a sus hormigas a través de los radios de las ruedas, era como mirar a las troyanas manejando el artilugio de triturar la carne para sus famosos embutidos

 


No es proseguir ese camino 

empedrado de ruidos y silencios que nos propone la leyenda,

a veces son jadeos o voces que no aspiran a hablar,

se dice

que el corazón de Aquiles soñaba con la sangre de Patroclo

como el náufrago sueña con la tierra firme,

usaban la coraza y el escudo como engañosa definición

mientras la esencia de ambos se escapaba 

entre las grietas alambicadas del concepto,

uno era guerrero, el otro soñador

y en los intervalos entre lucha y sueño 

prosperaba el engaño como resumen de los dos,

pero en la guerra sucia de los días

es peligroso disfrazarse de lago en calma cuando hierve

en el interior una carne más joven, inexperta aún 

y más expuesta a los atractivos de la muerte,

por eso de un final sin brillo se deduce

la solución a un drama inesperado.





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