Alguien subió a la mesa los tres cofres
con las almitas muertas y los lazos
que las ataban a nosotros, el azul, el blanco, el verde,
todos ellos arrancados violentamente de la curva ceremonial
del arco iris,
fuera un pájaro
dijo algo en el idioma descontento de los predestinados
al silencio
y sin necesidad de traducirlo
se incorporó a nosotros como lo hacen los balbuceos
de los niños,
ahora todo calla a la espera
de darles un lugar entre los lodos fértiles del porvenir
y todos
regresamos cabizbajos a nuestros laboreos
esperando que la primavera cumpla.
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