Honor a esos
vestigios otorgados
por una generosa arqueología,
huesos, conchas o molares sin definición
como reunidos para exposición en urna,
cegados por el brillo impertinente del metacrilato,
ellos que serenamente renunciaron a la luz
y con calma esperaron el momento de su resurrección,
no saben avanzar por estos claustros enlosados,
sus pasos eran un rozar continuo
con la fraternidad de materiales vírgenes,
ancestros de si mismos han sido rescatados
y obligados a sufrir nuevo bautismo igual que los neófitos,
desalojados de su edad y reducidos
a muestra de anticuario, ellos, tan más allá de lo anterior
que inauguraron el tiempo sin historia.
Zona B:
Algún becerro de oro quedará escondido entre los pliegues de la fábula para que ese pueblo sin memoria siga adorando infamias, dando la espalda al verdadero dios que es la justicia.
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