sábado, 15 de marzo de 2025

Sabor a frutos secos, no la caricia edulcorada del almíbar o el pegajoso abrazo de la miel; así se masticaba el intervalo, pensando en otra cosa, soportando el rigor de la dureza en las encías, pero con la satisfacción de no haber permitido al llanto asomar a los ojos y acabar con la mirada limpia

 




En primavera solía disfrazarse de lavanda 

el olor a cerrado de las aulas sin calefacción,

el frío espeso del latín desenrollado como alfombra

sobre el pavimento de terrazo contando las batallas 

de César en las Galias, la prédica moral de Cicerón 

o la fundación de Tito Livio,

dolor aún no avezado a la costumbre acosadora

de la soledad, los jueves monte y vendaval en la Gineta,

mascando arena en las orillas de un desvaído Manzanares,

al merendar el sietepicos con un trazo de pan,

para regresar en fila india dejando entre las jaras

las cagarrutas del rosario rezado a contrapié, 

con más misterios dolorosos que de gozo, 

al llegar al domingo se juntaba 

toda la ropa sucia del cansancio con la liturgia interminable

de los recreos sin balón y todo terminaba 

con la canción de Grieg llovida de altavoces

con carraspera de hojalata sobre un desangelado dormitorio.



Zona B:

Yo pondría una equis, pero en este tipo de quinielas uno nunca sabe cual es el signo ganador.


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