Oíd, aun permanece
el ruido de disparos, mil agujeros en el aire
restallando a la vez, un alborotado crepitar
como de sarmiento ardiendo, la bala desahuciada
va buscando casa y ha de padecer un breve exilio
antes de chocar e incrustarse en el muro,
anidará imitando a las abejas cavadoras
pero su trabajo nunca será la miel, si acaso un cauce rojo
para que por él mane la sangre de alguien que pasaba por allí,
una bala es sólo eso: un forro de latón
y un intestino de metal perezoso, materiales ambos
de estricto rendimiento elegidos para matar
o citar a la muerte desde lejos,
y tú escondido tras un precario burladero, esperando
que otra bala pueda torcer su trayectoria.
Zona B:
Si este gobierno genocida consiguiera acabar con Hamás pero aún quedaran palestinos, buscaría otro objetivo fuera, Hezbolá o fedayines aún sin nombre, qué más da, cualquier disculpa para completar el exterminio.
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