sábado, 22 de marzo de 2025

Ven, de todas formas, con esa luz gramatical de las antorchas, vistiendo breve túnica, el pelo recogido con la cinta azul que se adivina en las pinturas de Pompeya; no olvides consultar el verso antiguo, el que alude al volcán y que nosotros rescatamos de entre montones de ceniza; nos servirá de cicerone

 




Podéis venir aquí, casi en la punta del canal,

mi casa está en la orilla, desde abajo

parece flotar sobre carrizos, pero sus bases entran

hasta el alma profunda de las dunas,

lo que la hace diferente -y atractiva-

es que ha sabido mantenerse en soledad, sigue ella sola

frente al oleaje gris, un huerto al lado con empalizada

pero con  huecos para que las hierbas bravas 

puedan colarse y prosperar,

nadie se asoma a ver mis hortalizas, 

pero todos miran la fachada que da al mar,

mi casa tiene cara, boca y ojos, no nariz,

aunque podría valer el tejadillo que está sobre la puerta,

algún nido bajo el alero sur, no sé qué pájaros

se habrán empadronado con mi número, pero su estiércol

marca la pared con una línea pálida,

a quienes me visitan les pregunto qué virtud tendrá 

el alimento de los pájaros

para que sus excrementos sean tan blancos.



Zona B:

Cualquier palabra obligada a ir a la guerra para relatar las atrocidades que contempla acaba desoyendo su obligación de reportera, bien por someterse al dictado del lado dominante, o por caer bajo las balas de algún francotirador. Algunas sobreviven con honor.


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