Fue allí donde ocurrió, por los linderos
que juntan Repenedo con Mental, tierra de sangre caprichosa
entre naranja y amarilla, el caolín manchado
con que se hacen las orzas para cuajar la leche,
vino un hombre de fuera, se escucharon palabras bravas en el aire
y una chispa brilló sobre los ojos con ribetes de cuero de la pana,
alguien le puso nombre a aquella etapa de manos quietas,
la pereza estreñida del invierno, como dando a entender
que algo viscoso y con humedad mal ventilada
se estuviera pudriendo en el lugar,
pero sobre los nombres inventados siempre anida el gavilán
con su mirada fija en algo que huye entre la humareda de los juncos,
allí la soledad es sólo falta de viento, no vacío,
y el humo quieto es protección
que permite alcanzar la carretera y obtener nuevo bautismo.
Zona B:
La cuestión no es saber quién es más malo, sino quién es capaz de hacer más daño. Y la respuesta es evidente: el que esté mejor armado.
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