Sigue estando allí,
robando al aire el menudeo de la respiración
y silenciando los sonidos que sus dedos simulan
sacarle a la madera como si fuera un piano,
jugando a adivinar consigo mismo qué día es hoy
o cuánto falta para su próximo cumpleaños
o cuántos cumple y qué regalo espera recibir
y sobre todo qué habrá detrás de esa muralla
que los ojos no ven pero en la que choca el aire
haciendo su respiración más agitada,
contar los días hacia atrás y señalar
con un color distinto cada semana y cada mes
y arrancar las hojas del envejecido calendario
para fabricar con ellas barquitos de papel
y dejarse llevar arroyo abajo hasta la calma del remanso,
ese crepúsculo perpetuo donde empieza
a sentirte alejado de si mismo.
Zona B:
Hiciste tu combinación y sellaste la apuesta. Pero no fue la justicia natural ni el reglamento establecido, ni siquiera el azar, último recurso de los desesperados, quien alumbró los resultados sino la voluntad del poderoso que hizo trampa.
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