sábado, 29 de marzo de 2025

Qué bala, qué dolor o qué suicidio se colaron en el relato epistolar; consiguió el plomo traspasar los controles, reírse de miradas láser y perforar blindajes de un acero funcionario; y sí, llegó sin exhibición y apenas ruido salvo el de la fatal detonación; y de nada sirve ahora la oficial cuesta del luto que todos hemos de subir tras el cortejo; la última carta sin remite

 




Llega a ti el sandungueo

de la canción autónoma, viruta

de madera artificial, la yegua

que relincha de lejos y simula

un trotecillo de aproximación con altavoces,

tiene fugas iguales que el agua sin oxígeno

de una alberca con ambiciones de piscina

y puede enfurecerse de contento

y atravesar cercados o fronteras

con aislamiento insuficiente,

no hay paz posible en el enjambre,

los largos ecos de un amorío despechado,

la tontería meridiana de un presunto galanteo

que siempre está en la sombra

preguntando -lo mismo que hace siglos-

con qué escala llegar hasta esa altura

sin que un simple vahído

acabe con tus huesos en el suelo.



Zona B:

Ya no bastan Gaza o Cisjordania, ahora cualquier país que soporte vecindad con el estado genocida vuelve a ser objetivo, sea Líbano, Siria o el que ponga reparos a su ambición expansionista. La vida ya no importa. ¿Debemos empezar a ver a Israel como enemigo? Ya lo es de la paz y está marcando líneas altamente peligrosas.

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