De noche
una estructura ciega,
los alambres mostrando el entramado del diseño,
puedes ver
cómo alguien se ausenta, deja tras de sí una sombra
y de fuera llega el dulzor de una farola de alma amarilla,
casi nadie echa de menos el engarce verbal, se siguen
por ósmosis los intercambios de miradas,
como esos paralelepípedos sin curvas que las abejas dibujan
yendo de flor en flor,
presencias en primera y recelosos parpadeos
cuando alguien irreal quiere colarse y refregar
contra la piel desprevenida
la espereza de un mundo de ficción.
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