Le da miedo esa letanía
de la cotización, se esconde de ella
con el temor secreto de que sus valores se desplomen,
le asusta el desamparo en que se queda
su reputación de nuevo rico
al que un mal viento ha despojado del sombrero,
ese temblor lo captan
las antenas inquietas de las cucarachas
que huyen del sol por el ángulo verde del bordillo,
momento en el que vuelve en sí como caído del un mal sueño
y trata de encender con un billete de diez dólares
un habano falso, que huele a petróleo y a sudor.
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