Hasta aquí puedo llegar con mi cojera,
las palabras me sobrevuelan
con la constancia pegajosa de las moscas
en los días de fuego,
cuál será la que hoy despierte mi pasión,
la que se enrede en mis zapatos
como una madreselva horizontal y suene
con el metal azucarado de una ajorca,
llueve a lo lejos, sobre el polvo
alguien escribe a máquina o arrastra
un mueble muy pesado, casi un trueno
sobre madera de desván,
adoro al dios de las tormentas,
cuando regrese a casa le llevaré unas flores
y le ofreceré un jarrón con agua
para que paste y beba a su placer
aspirando el olor de las violetas.
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