martes, 14 de diciembre de 2021

Pájaros no cantores

 



El duende petirrojo asomó tras el cristal,

fuera el aire daba vértigo, 

tan frío como un mantel de nieve,

abrió muy despacio la ventana

pero el pájaro voló hacia atrás

y sólo el frío se coló por ella,

cuando terminaba el desayuno

entró también el petirrojo, sus ojos

eran dos pepitas negras, él pensó un saludo:

espléndida mañana, pájaro, más fría

que un ojo de cabra, pero tan luminosa...,

dejó sobre la mesa las miguitas

y la costra de azúcar que había raspado del bizcocho,

su mirada fingía una afectada distracción

pero seguía con mimo cada movimiento

de su invitado no cantor, en su cabeza

revoloteaba una obsesión:

si el rito se repite cada día  

de algún modo este pájaro mudo

acabará contándome su vida.


No hay comentarios:

Publicar un comentario