lunes, 6 de diciembre de 2021

Toma falsa en Táuride

 

Pensaba el héroe que sus enemigos, -muchos-,

crecían cada día en el pastizal de Táuride,

aunque algunos se sumaban

como la espuma a las aguas residuales

que, tras higienizar la plaza de los sacrificios,

se quedaban girando en los remansos de cualquier esquina

para captar nuevos detritus,

con esa aportación novísima entraban en concurso

con las enemistades más antiguas y podían

inclinar los frágiles platillos de la balanza 

al lado conveniente. Un coro de cautivas 

desenredaba una madeja de hilo fino procedente

del comedor de fumadores. Egisto se reía, 

él siempre fumaba gratis, e incluso había lacayos

peleándose por ofrecerle fuego, a él cuyo interior volcánico

ardía de envidia por el toque extranjero y perfumado

del humo que exhalaba Agamenón .

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