miércoles, 15 de diciembre de 2021

Se veía venir desde hace siglos

 


 De ahí viene el ruido, del lado incómodo del sueño

que se resiste, que no se decide ni por este ni por el otro amanecer,

los olores llevan despiertos varias horas, dudan

si seguir pudriéndose en silencio o reventar como fuegos

artificiales de frescor, 

sin esperar a que vuelva a ser de noche, llega

por el pasillo el péndulo precavido de unos pasos

que no quieren molestar, pero molestan con un sigilo exagerado, 

parten en dos la tabla de la neutralidad y no consiguen

llegar a tiempo para activar el mecanismo

de la alborada, sufre

toda la estructura de esta torre silenciosa de babel,

ella tan sólo regurgita unos sonidos de onomatopeyas

o retazos de idiomas prehistóricos,

pero de pronto se abre paso el aroma del café,

tan negro y cálido como el regazo de una madre antigua 

cuando el cariño aún no tenía 

palabras para manifestarse porque era un bloque monolítico

y el sol descorre la cortina

con la cara de imbécil  resignado

que prescriben los emoticonos.


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