miércoles, 22 de diciembre de 2021

De un particular martirologio

 


Hablando de lascivias

recuerdo aquel esfuerzo taxonómico

por calificar la piel inerte de la mártir

guardada en una urna y que un día de noviembre

se alisaba ella sola y parecía inflarse de memoria

en torno al mismo cuerpo del que fue desollada

con el sufrimiento apaciguado por la anestesia de la fe,

era un alabastro adelgazado hasta los limites de la transparencia 

como el que adorna de castidad la saetera

del ábside románico donde el relicario reposaba,

yo alcancé alguna vez una febril levitación 

bañándome en la sangre casi aérea de una joven virgen

a la que unos ángeles de rictus sado maso

mostraban el instrumental

con que iba a ser desnudada de su piel y convertida en mapa

de anatomía muscular como el que ahora

cuelga en la pared de nuestra clase.

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