jueves, 9 de diciembre de 2021

El arenero del Manzanares

 


El arenero tira del larguísimo varal

y sus ojos se entrecierran para filtrar el resplandor

de la arena mojada y los reflejos en el agua

mientras trata de captar el brillo de algún trozo de sílex 

subido con la arena desde el fondo de una prehistoria muda,

alguna vez le sucedió que obtuvo 

de una sola palada un rascador tallado

a menudos golpes, con las muescas de astillas tan pequeñas

como dientes de leche, o una punta de flecha ensangrentada

con el óxido vivo del cinabrio, 

y ese resplandor iluminando su piel tostada

quedó flotando por el río, sobre el salgueral,

hasta que al atardecer los gansos migratorios

se lo llevaron al remanso para pasar la noche

a media luz, como en Laponia.


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