Un trazado no superficial
para los sueños que no requieren luz de mediodía,
a media tierra, sin esperanzas arqueológicas
de ser desenterrados por casualidad
cuando se ara con bueyes dulces
o se enderezan surcos con azadones de rigor,
sólo el hierro comido por el óxido y los alfanjes árabes
que tomaron de la media luna referencias precisas
para los vuelos subterráneos
querrán abrirse a cosecha literaria,
con ellos subirán al aire
las historias de guerras antiquísimas
e ilustrarán el cielo tan cristianizado de este lado
pagano y saturnal donde nacimos.
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