Me quedo aquí,
en este lado morse de la vida
que cose los silencios
con el punto raya punto de rigor,
la sangre fluye a grandes pasos
igual que el ciego Frankenstein
cuando se orienta hacia las flores
por el olfato o las arritmias
de un corazón mal trasplantado,
me quedo aquí, tanteando con el bastón
los límites del agua,
aunque en el fondo mi problema se reduce
a no saber nadar.
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