Esta es la apuesta con que un día
me levanté, cogeré un avión
y con la mochila llena de babel
iré a probar idiomas, letras, almas
y paisajes ciegos con olor a sándalo,
qué puede soñarse mejor que realidades
con ese olor, si nadie
a este lado del yermo cultural
fue capaz de inspirar sino silencio
con trocitos de hollín desmenuzado,
sí, me adaptaré al tormento
de esa megafonía equinoccial que anuncia vuelos,
embarques con demora, duermevelas
y hasta cancelación definitiva
del derecho a volar si no eres ave,
iré al lugar del mundo
que no pende de un hilo, sorberé el rumor
que habita dentro de las caracolas
tomándome un vermú local bajo las hojas
de un libro que aún está por escribir.
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