miércoles, 19 de octubre de 2022

Hay una rendija de luz debajo de la puerta, por ella se ve el rabo del diablo y el dedo índice de dios

 


Aún sigo despierto,

son las tres de la mañana y me entretengo

susurroneando un blues oscuro, con los dedos

tamborileo torpemente

sobre el cabezal de pino de la cama,

trato el insomnio con dulzura

deslizando la mano sobre el lomo

de los motivos que la imaginación me proporciona, 

y saltan chispas como cuando peino al perro,

no logro ver a dios ni al diablo, ellos

son bultos exentos que adornan el taller

donde fabrico monstruos, los desnudo

y me recreo obscenamente resaltando sus regiones pudendas 

que ellos exhiben con orgullo

como lo mejor o más florido

de su vulgar anatomía.

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