Oyendo ese rumor de lluvia
que hacen las hojas del álamo temblón
me acuerdo del difícil borboteo
de mi sangre asomada a los abismos de la aorta,
su voluntad de superar la cumbre
espesa de las cavas, y el final abandono
ante la aduana uniformada
que inspecciona con celo el trapicheo
de coágulos prohibidos,
hay pájaros ocultos que platican en ese mismo idioma,
a lo lejos una cristalera se hace añicos
y la luz cenital repiquetea en la memoria
descubriendo pasillos que traspasan
el batiente cansado de unas puertas
con aspecto de válvula mitral,
en eso escarbo, aun me queda el recurso del plural
ante una soledad de plástico,
si todo es falso hay una voz que lo hace válido
y no es la voz de dios, un velo degollado
que deja la impunidad de los misterios
al alcance de todos, haciéndonos más pobres,
por no decir menesterosos, miserables
en el sentido que la damos
a la vulgar misericordia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario