viernes, 21 de octubre de 2022

Debo admitir que a veces vuelvo, después de haber cedido a la desesperación

 



Salí al campo, atravesé los prados

y terminé internándome en el monte,

y qué había allí, cenizas

de mi incendiada imaginación, veía

algo con vestido rojo, yo creía que el blanco 

era su color, que reemplazaba telas

brillantes por aromas a piel y a veces

a sudor y a esfuerzo, palabras imposibles

para definir la confusión; se puede 

oler el miedo y el valor, pero no hay nada

que nombre los efluvios asociados

a la indiferencia, que no seas visible

aunque te dejes la piel entre las uñas 

de tus espinas familiares,

busqué las abultadas incisiones 

en la corteza blanca de los abedules

y nada,

las huellas en el barro de las fuentes,

pero las pezuñas se hunden tanto que se hacen ilegibles,

y al frotarme el cansancio de los ojos 

surgen esas luces fatuas que ni afirman

ni niegan pero te muestran el vacío.

1 comentario:

  1. Volvemos solo para afirmar la certeza de que son y somos menos,pero volvemos, es lo que importa.

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