Ahora, aquí,
sin aniversario que lo ampare
llega un olor a hierba coronando la sombra de mis padres,
ellos
se esforzaban por huir casi felices hacia lo blanco,
el reino de la ignorancia campesina que todo lo conoce
y da por bueno
aunque se mezcle con desilusión,
ellos
de escondido corazón, de frente siempre pensativa
y manos de apresurada y cálida herramienta
se asomaban a mí, me sonreían con palabras sencillas
como árbol, desván o devoción y conseguían
que todo transcurriese en armonía con la inquietud
de cada edad,
mis manos
intentando encontrar entre las suyas la definición,
la ortografía escolar de todos los misterios.
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