El aire sólo péndulo,
tic tac artesonado, los cristales
hacen alta la prisión y un baño de marfileño esmalte
pone cara de muerto a tanto asombro,
con la ausencia de música se aprecia mejor el deterioro
mientras se escurre el tiempo entre los dedos,
tic tac tic tac,
la sombra hueca de una hora antigua dejada por ahí,
sin resurrección ni una segunda recaída
en la enfermedad de lo posible,
el punto negro del interior ya sin cadáver
dejándonos a solas, con las miradas enfrentadas
y sin la eficacia turbia del milagro
que a todas luces ya no podremos ver.
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