Ella fabricaba flores de papel
sobre un alambre místico revestido de sacramental,
a qué podía oler aquel embuste de la artesanía
que profanaba el ciclo natural de la primavera,
todo lo que rezuma el musgo farmacéutico
que atiende las heridas provocadas por la teología
es un simple placebo, flores de papel, claveles
fabricados con la viruta que los sacapuntas roban a los lápices
cuando ya no son capaces de escribir palabras
de punta fina e intención aviesa,
pero el alma del grafito queda ahí como un testigo
de la oscuridad original que hará visibles las flores verdaderas,
las que sucumben por su hermosura y buen sabor
a la voracidad de los gusanos.
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