Puedo recorrer a ciegas
ese lugar tan húmedo de la memoria,
las piedras brillan y amenazan con el resbalón,
pero de tramo en tramo hay una antorcha ardiendo,
su luz es poderosa aunque no consigue arrebatar
el dominio a las tinieblas
que mantienen el acoso al concentrado esfuerzo de la llama,
la suerte de los ciegos es la imaginación,
escriben con los dedos en las paredes húmedas,
luego recobran la mirada
y muchos siglos después la misma antorcha
iluminará unos versos de Safo o de Catulo
aunque de nuevo la ceguera nos ocultará los deterioros
de la decrepitud,
y si un día regresamos a ese lugar tan húmedo
volverá a recorrerlo la memoria
como un descubrimiento de ahora mismo.
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