viernes, 21 de abril de 2023

La narración exige unos sentidos muy atentos, una felicidad puntual como la que asigna la sibila, no el emblema de la cornucopia volcándose de forma tan barroca que pueda producir hartazgo; sutil y hambrienta, nunca satisfecha, así, como un ocaso o como un amanecer

 





Puedo recorrer a ciegas

ese lugar tan húmedo de la memoria,

las piedras brillan y amenazan con el resbalón,

pero de tramo en tramo hay una antorcha ardiendo,

su luz es poderosa aunque no consigue arrebatar 

                                                el dominio a las tinieblas

que mantienen el acoso al concentrado esfuerzo de la llama,

la suerte de los ciegos es la imaginación,

escriben con los dedos en las paredes húmedas,

luego recobran la mirada

y muchos siglos después la misma antorcha

iluminará unos versos de Safo o de Catulo

aunque de nuevo la ceguera nos ocultará los deterioros

                                                           de la decrepitud,

y si un día regresamos a ese lugar tan húmedo

volverá a recorrerlo la memoria

como un descubrimiento de ahora mismo.

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