Ellas vierten agua sobre el aglomerado,
no hay señal de vida, suena
como un chorro de orín,
el aire se detiene y mira con asombro,
no sé si con burla, ese gesto benévolo,
la arena cambia de color como adoptando
un aroma fértil ante la emoción del agua,
no hay flores aún, pero en el muro
compiten los grafiti
por polinizar con su color rabioso
la derrotada ausencia de la lluvia.
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