Supuso un moderado cataclismo
aquel rebaje semanal en pleno abril, el tono
irregular de agenda prolongando hasta el jueves
la vereda híbrida, su paso de algo feriado en blanco y negro
al brillo de pleno festival con que se acerca
al núcleo duro de la gran semana,
supone que no habrá ya días rayados como cebras
en medio de un ejército de ñus,
buscar un sitio sombreado para acampar, lejos del pueblo,
con flor de acacia y vigilancia atenta de coyotes,
dejarlo que transcurra bajo el fuego nocturno del safari,
grabar con cámara nocturna el millar de ojos diminutos
perforando el muro de la oscuridad
y el domingo de pascua, tras desmontar el campamento,
dar los buenos días a los dioses locales.
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