sábado, 8 de abril de 2023

"Beato sillón! La casa corrobora su presencia con la vaga intermitencia de su invocación en masa a la memoria. No pasa nada. Los ojos no ven, saben. El mundo está bien hecho. El instante lo exalta a marea, de tan alta, de tan alta, sin vaivén." (J.Guillén)

 


Debería hablar

el beatificado sillón al que Jorge Guillén 

buscó un lugar en el olimpo polvoriento de los muebles viejos,

pero no es la palabra su mayor virtud, él la sustentaba

y le abría paso entre volutas platerescas 

del humo del tabaco y del aroma del café, dejaba al aire entrar

trayendo desde fuera la apretada letra del periódico

y esperaba a que cayera como ceniza sobre la decrepitud 

                                                                   ardiente del salón,

la casa ya no corrobora ni convoca en masa a la memoria,

simplemente lo relega a objeto de desván bajo las sábanas

inciertas de una santidad pagana,

y habrá de resarcirse del olvido con un alto, altísimo 

                                                               concepto de sí mismo

en lucha con el amor por todo lo demás.

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