Lo tórrido del ser, eso que asoma
bajo capas de hielo, alma tan afanosa en el cristal
y suerte de surtidor o geiser segregado de sí mismo,
lo elemental que asoma
y no es vapor ni magma ni aliento de dragón,
ni siquiera es leyenda,
es la pared humana que da fachada al fuego
y lo mantiene a salvo de congeladas embestidas,
hospitalario y andador y tan voraz que todo
cuanto se acoge a su posada
termina ardiendo y consumido,
de ello dan testimonio estas cenizas.
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