Desanda ese camino
cada vez que abre un libro de él,
ni siquiera es necesario que lo lea,
sólo ha de mantenerlo entre las manos
y aspirar su olor a pétalo,
muy lejos queda la primavera fría
con los pájaros recomponiendo nidos,
el aire retenido en el furor doméstico del escaramujo
le recuerda la eterna lucha entre el dolor y la felicidad,
sabe que los mejores versos son aquellos que en silencio
te hacen palpar, te obligan a arriesgar la mano
en el tropel de las espinas,
hasta que de pronto, sin darte cuenta
un color rojizo se desliza como una oruga por la piel
y tu alma escuchadora se consuela
con el rumor que hace la gota cuando cae
a manera de lacre sobre el papel rugoso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario